Entrevista a Diego Hidalgo, a raíz de su último libro Retomar el control. 50 reflexiones para repensar nuestro futuro digital (Catarata, 2024).
Diego Hidalgo es autor de Anestesiados. La humanidad bajo el imperio de la tecnología (2021) y Retomar el control. 50 reflexiones para repensar nuestro futuro digital (2024), en los que reflexiona sobre la relación del ser humano con la tecnología. Es, además, impulsor del #Manifiesto Off, respaldado por más de 300 personalidades y donde invita a tomar consciencia del punto crítico al que se está llegando en la relación con la tecnología. Su última campaña, Por una escuela off, propone distintas medidas como limitar el uso de pantalla en las aulas y asegurar el derecho a la desconexión.
P: Una de las motivaciones para escribir este nuevo libro ha sido la necesidad de explicar, desarrollar y proponer reflexiones que permitan repensar el futuro digital. ¿Qué acontecimientos destacarías en el intervalo de tres años que han transcurrido entre ambas publicaciones?
R: Destacaría tres cambios principales: el primero, que la evidencia científica de los efectos del uso de los móviles y la tecnología es ahora mayor. En ese sentido, se podría hacer una analogía entre la situación actual y la percepción que hubo años atrás en torno al cambio climático. Aunque ya existía cierta evidencia científica entre el aumento de la temperatura en un corto intervalo de tiempo y la actividad humana, mucha gente seguía pensando: «bueno, ha aumentado algo, pero no es para tanto». Sin embargo, esta tendencia se ha ido acrecentando con el paso del tiempo. Mi impresión es que ha sucedido lo mismo con el impacto de la tecnología digital y en cómo influye, por ejemplo, en la salud mental. Cada vez hay más evidencia científica de que su abuso y uso indiscriminado es perjudicial y, de hecho, en estos tres años que separan a los dos libros, los efectos se han incrementado.
En segundo lugar, algunos elementos que en Anestesiados estaban relacionados con la inteligencia artificial y que podían parecer ciencia ficción o ser cuestionados, ahora son mucho más evidentes y comprensibles para un mayor número de personas. Por ejemplo, la capacidad de la IA para integrarse abruptamente en nuestra vida cotidiana y provocar cambios sustanciales en nuestra forma de pensar y actuar.
Como consecuencia y como tercer aspecto a destacar, ahora hay mayor toma de conciencia colectiva sobre estos temas por la influencia, entre otros factores, de obras críticas y analíticas que han permitido contribuir al debate. También siento que ha habido más apoyo a iniciativas como Manifiesto OFF, lo que demuestra que muchas personas comparten mis preocupaciones y el deseo de encontrar soluciones.
P: ¿De las “50 reflexiones para repensar nuestro futuro digital” cuál destacarías y por qué?
R: Todas las reflexiones están interrelacionadas, por ejemplo, que pequeñas ganancias de eficiencia a corto plazo nos parezcan tan valiosas que nos neguemos a renunciar a ellas. El efecto que se consigue es más bien el contrario, y es algo que trato de reflejar en los dos libros. Hay una inversión de la lógica según la cual la tecnología está ahí para ayudarnos y, al final, nos coloca en situaciones donde nuestro tiempo y nuestras vidas están a su servicio. Genera una espiral de delegación que nos vacía de nuestra identidad y de las interacciones humanas que nos nutren. Las cuestiones que propongo van enfocadas a establecer botones off, tanto a nivel individual como colectivo, y trato de ejemplificarlo en situaciones concretas, creando espacios donde podamos reconectar con nosotros mismos y con los demás.
P: ¿Cómo crees que puede afectar el uso y abuso de la inteligencia artificial en la educación superior?
R: No sé si la universidad del futuro, según este ideal de eficiencia máxima en la que el ser humano siempre es un factor de imperfección y de ineficiencia, será una universidad totalmente optimizada por la IA y los estudiantes estarán a su servicio, más que la IA al servicio de estudiantes. Uno entiende que las empresas tengan una exigencia de optimización en el ámbito profesional, pero este no debería ser el valor supremo. Se debería tener una cultura amplia y humanística que permita hacer conexiones que la IA no puede hacer. La obsesión por los rankings universitarios puede llevar a las instituciones a enfocarse en optimizar su posición en detrimento de su misión educativa.
Entiendo el conocimiento como la capacidad de movilizar datos e información para construir una argumentación crítica y relacionar elementos no evidentes. La inteligencia y la capacidad crítica son más importantes que la mera acumulación de datos. Hay que mirar la realidad de frente, y la hiperconexión y la delegación de capacidades cognitivas a la IA no parecen propulsar la inteligencia. Las humanidades y las ciencias sociales son esenciales para reformular preguntas obvias en un contexto donde el conocimiento se reduce a datos e información.
P: En los últimos años han aparecido numerosos libros que exploran cómo la tecnología y las redes sociales influyen sobre nuestra atención, comportamiento y bienestar mental. ¿Qué crees que aporta Retomar el control? 50 reflexiones para repensar nuestro futuro digital? ¿A qué público debería dirigirse y por qué debería leerse?
R: Está dirigido a un público amplio. Busca ser accesible, con textos cortos y reflexiones que se pueden leer en cualquier orden. A diferencia de otros títulos sobre temas similares, Retomar el control no pretende ser un tratado exhaustivo, como lo fue en su día Anestesiados, sino abordar los temas con un enfoque más personal. Insiste en la importancia de alternativas no tecnológicas para acceder a los servicios que se nos ofrecen y reclamar ese “derecho a la desconexión” desde la libertad.
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