Por Susana Herrera Damas
Periodista de larga trayectoria en The Miami Herald, El Nuevo Herald y en Diario de Navarra, Alfredo Casares ha encontrado en el periodismo constructivo una oportunidad para revitalizar el oficio frente a la grave y multi causal crisis a la que se enfrenta. En la introducción, Casares previene de la tentación de asumir que la innovación solo puede ser tecnológica y apuesta por que este enfoque emplee lo mejor del periodismo de investigación, todas sus destrezas, para descubrir lo que sí funciona y hacer visibles las iniciativas de quienes trabajan para resolver los diferentes desafíos sociales incorporando a los ciudadanos para hacer mejores nuestras comunidades. En este sentido, el autor parte de la premisa de que los medios generalmente dan preeminencia a las informaciones negativas tanto en las noticias como en los artículos de opinión: “Buena parte del periodismo se encuentra instalado en el pesimismo como pose intelectual extendida y acreditada, que tiende a abrazar el cinismo y a etiquetar como ingenua cualquier postura esperanzadora. Debería hacernos pensar que un tercio de los españoles evite consumir medios de forma habitual porque la negatividad afecta a su estado de ánimo y les hace sentir impotentes frente a los problemas sociales” (p. 22).
En el primer capítulo, Casares parte de que el ejercicio del periodismo y el consumo de información se desenvuelven en un entorno digital determinado sobre todo por la sobreabundancia, la aceleración del relato y la distracción. En relación con la aceleración, por ejemplo, denuncia que “en situación de alerta permanente y abiertos 24 horas, a toda prisa recorremos descalzos el sendero estrecho y resbaladizo de lo fugaz, donde nadie está a salvo del traspié, el error, la precipitación, la falsedad” (p. 38). En el segundo capítulo, denuncia el sesgo de los medios hacia la comunicación de aspectos negativos. En este sentido, recuerda con Pinker que es cierto que el periodismo tiene que cubrir eventos negativos, pero “existe el peligro de que si los eventos positivos no se dan a conocer podemos empujar a la gente en dos direcciones: el fatalismo, al creer que no hay nada que podamos hacer para mejorar el mundo, o el radicalismo, al pensar que nuestras instituciones no sirven o están tan corruptas que sólo deben ser derribadas” (p. 77).
A partir del tercer capítulo, Casares se adentra en la especificidad de la propuesta que plantea el periodismo constructivo y de soluciones, definiendo los límites de cada uno de ellos, así como los de otros conceptos próximos como los de narrativas restauradoras, periodismo prospectivo y periodismo transformador. Con la idea de conceptualizar aún mejor el término, cierra el capítulo con un epígrafe en el que responde a qué es y qué no es el periodismo constructivo y recuerda con Javier Darío Restrepo que “nuestro deber es estar del lado de la esperanza”. A este respecto, señala: “A mi juicio, ejercer nuestro trabajo de periodistas como meros notarios de la actualidad empobrece nuestra labor. Limitarnos a dar cuenta de los hechos de forma automática y reiterada contribuye a que los problemas y sus consecuencias integren el paisaje social, adormezcan el sentido crítico de la población y anulen nuestra capacidad de rebelarnos contra ellos. Lo que nos convierte en relevantes para los ciudadanos no son solo la crítica y la denuncia, también la mirada compasiva, la capacidad de suturar heridas, favorecer conversaciones, ahuyentar fantasmas, imaginar el futuro, identificar a los exploradores y acompañarles en sus aventuras” (p. 115).
En el capítulo cuarto, el autor resume el camino recorrido hasta la fecha incluyendo qué organizaciones han promovido este enfoque, qué acogida ha tenido en los medios, en las facultades, entre las audiencias y qué opinan de él los periodistas. En el quinto capítulo, Casares plantea cinco propuestas concretas para seguir avanzando a partir de lo recorrido y también ante los nuevos retos que se plantean: dar mayor visibilidad a esta forma de entender el periodismo, acercar periodistas y ciudadanos, estar convencidos de que la necesidad de saber formular las preguntas adecuadas o diseñar un nuevo modelo de relación con las comunidades a las que se sirve.
Finalmente, reivindica la necesidad de recuperar el liderazgo recordando que el periodismo constructivo no es solo una suma de herramientas que los profesionales pueden utilizar o un conjunto de destrezas técnicas a las que pueden recurrir: “Responde a un propósito social y es una forma de comprometerse, de mirar la realidad, de construir relaciones sociales basadas en la confianza y de hacerse preguntas junto a los ciudadanos para fortalecer la democracia y contribuir al cambio social” (p. 211). En este sentido, recuerda que los problemas del periodismo no son solo económicos de credibilidad y de confianza, sino que el oficio sufre una profunda crisis de liderazgo. Precisamente por ello, asumiendo un papel protagonista como catalizador de la conversación social, tiene la oportunidad de “formar parte de un nuevo liderazgo colectivo basado en la cooperación” (p. 215).
La hora del periodismo constructivo constituye una de las primeras sistematizaciones en español respecto a esta nueva manera de entender la misión social del periodismo. Junto a éste, presenta otros aciertos como la calidad de la escritura y de los argumentos, lo documentado del texto, la brillantez de muchas de las imágenes mentales de las que se sirve para denunciar el actual contexto en el que se consume la información o la lucidez con la que describe las críticas que muchas personas hacen hoy a los medios. También destaca lo sensato de algunas ideas como la necesidad de incorporar a nuestras conversaciones sobre el futuro del periodismo otros elementos que vayan más allá de los dispositivos móviles, la publicidad digital o los muros de pago, el convencimiento de que es posible ser constructivo y crítico al mismo tiempo, y la urgencia de reivindicar un optimismo que “no es buenista o ingenuo sino audaz, riguroso, inspirador y comprometido con el futuro y la acción social”. En este sentido, Casares no desconoce las críticas que cuestionan este enfoque, pero sale al paso de ellas con un realismo sereno y con la madurez propia de quien conoce muy bien la profesión desde dentro. Con todas sus tensiones y con todas sus resistencias.
La hora del periodismo constructivo. El poder transformador de la información orientada al futuro y a las soluciones. Alfredo Casares. EUNSA. Pamplona, 2021, 223 páginas, ISBN: 978-84-313-3562-5